sábado, 14 de abril de 2012

LA LABOR DOCENTE EN TIEMPOS DE INCERTIDUMBRE. 1ª REFLEXIÓN
Por: Profesor Dr. Rosmel del Valle Orfila Vilera
Departamento de Ciencias Sociales
Escuela de Salud Pública y Desarrollo Social
Facultad de Ciencias de la Salud
Universidad de Carabobo
Sede Carabobo
República Bolivariana de Venezuela
Correo electrónico: rorfilavilera@hotmail.com
Abril, 2012

     Recientemente tuve la enorme oportunidad de compartir, en una actividad planeada para seguir desarrollando mi actividad de Extensión como profesor universitario, con un distinguido grupo de docentes de Educación Inicial y de la primera Etapa de Educación Básica de la Unidad Educativa “Dr. Lisandro Lecuna”, del Municipio Naguanagua, del estado Carabobo. Durante la dinámica académica, en la cual se discutieron algunas situaciones muy puntuales inherentes al quehacer docente diario, logré que los docentes de aula generaran reflexiones muy significativas sobre su labor, las cuales fueron de vital importancia para centrar esfuerzos hacia  un cambio planificado tan necesario en estos tiempos.
     En primer término, resultó interesante poner de manifiesto la necesidad de reivindicar el sentimiento de valía profesional, que como personas, debe gravitar en la labor docente, y considerado como decisivo para establecer el necesario vínculo entre “yo docente” y los estudiantes. Se dejó sobrentendido que todo el éxito, o el fracaso escolar, dependen de la actuación efectiva, o no, de los maestros en los diversos escenarios en los cuales hay que demostrar las competencias clave que en síntesis definen al Docente como tal.
     Un segundo aspecto, puesto de manifiesto en dicha actividad, se refirió a la necesidad de tener muy en cuenta el conocimiento de las diversas perspectivas científicas que han tratado de dar explicaciones, erradas o no, acerca de la naturaleza compleja de los seres humanos. Quizás, éste es uno de los aspectos al cual hay que prestarle mayor interés, ya que quedó evidenciado, a través de las diversas expresiones opináticas y reflexivas de los docentes, la necesidad de búsqueda efectiva de alternativas de solución a la diversidad de fenómenos y casos disfuncionales propios del aula de clase.
     Este último aspecto permitió hurgar un poco sobre las posibles causas que condicionan ciertas circunstancias y fenómenos de tipo comportamental en los estudiantes, así como por ejemplo las conductas individual y colectivas violentas dentro de la institución, las expresiones verbales hostiles, amenazas hacia los compañeros y docentes, entre algunas, los cuales obligan al docente a volver la mirada hacia otros actores: las madres, padres y representantes, por considerar que es el núcleo familiar la institución que debe asumir sus verdaderas competencias formadoras y educadoras desde una óptica no formal.
     Cuando se diserta en diversos escenarios académicos sobre la problemática de la familia y la sociedad muchas veces suena cursi, repetitivo, e insignificante. No obstante, cuando tocamos las fibras afectivas de cada madre, padre y representante, tenemos la posibilidad de encararlos con la realidad escolar que ellos muy pocas veces evidencias, más aun cuando muchos de ellos consideran a la institución educativa como una “simple guardería” o, lo más grave, un depósito para dejarlos allí seis u ocho horas guardados diariamente.
     Las madres, padres, representantes y docentes de aula tienen, cada quien, deberes que cumplir muy específicos con los niños y niñas. Los primeros, tienen la enorme responsabilidad de inculcarles aquellos hábitos y competencias que giran en torno al “ser”, es decir, brindarles los afectos de indiscutible valor para que los pequeños se empoderen de las conductas loables para el buen desenvolvimiento en la vida social; los segundos, los maestros, reforzarlas, además de orientar el aprendizaje de los infantes según cada disciplina y atendiendo a las exigencias del curriculum nacional y local.
     Así, respetar a nuestros semejantes, sin distinción de edades, credos, color de piel, si se es adinerado o no, profesional o no, son conductas manifiestas que deben ser comprendida, en su máxima expresión, dentro del núcleo familiar; en la escuela, los maestros refuerzan las mismas, queriendo decir, con esto último, que NO toda la responsabilidad recae sobre los docentes de aula. Si los niños y niñas no son guiados por sus progenitores y familiares próximos (abuelos, tíos, hermanos,…), difícilmente nuestros maestros de aula pueden reforzar valores, principios y normas de convivencia social las cuales deben ser aprendidas en el recinto que debe reunir las condiciones afectivas y nutricias ideales para tales fines: el Hogar familiar.
     La problemática se complica aun más, cuando en la institución escolar hay normas necesarias que cumplir, y de obligatorio conocimiento del colectivo estudiantil y de madres, padres y representantes, por cuanto forman parte de los procesos propios de socialización de las niñas y niños. Los maestros y maestras deben inculcar las mismas, como parte de su responsabilidad docente, y los infantes las aprecian como una “tortura” o un “castigo”, puesto que en algunas familias la norma está ausente y, por tanto, no se transmite a los hijos como parte del proceso socializador.
     Apreciamos entonces lo complejo del asunto. Hay que comprender que la familia es responsable de la educación y socialización de sus propios hijos. El trabajo docente debe dirigir sabiamente estrategias que involucren a los padres y madres en los procesos escolares, asumiendo las responsabilidades que la normativa legal venezolana ha puesto para que se cumpla.
     De lo que se trata es de entender que ambas partes, la escuela y las madres, padres y representantes, tiene derechos y deberes que cumplir. Ningún actor de la comunidad educativa está excusado de cumplir con sus obligaciones, reiterando que los docentes necesitan el necesario acompañamiento de las familias para lograr alcanzar los objetivos propuestos en materia educativa: CADA NIÑO Y NIÑA TIENE LA POSIBILÑIDAD DE SER BUENA PERSONA, UN CIUDADANO EJEMPLAR, CON DERECHOS QUE EXIGIR Y DEBERES QUE CUMPLIR, CONSECUENTE CON LA NORMA DE CONVIVERNCIA SOCIAL, COMPETENTE PARA SERVIR, EJEMPLO DE HOMBRE Y DE MUJER, DILIGENTE PARA COADYUVAR AL CRECIMIENTO Y DESARROLLO DE NUESTRA SOCIEDAD Y PAIS. Y así, en otros perfiles y competencias clave; de lo contrario, la crueldad será la norma que se seguirá cumpliendo…. Solo hay que observar lo que está pasando con la mirada de unos simples humanos que somos todos, sin necesidad de ser sociólogo, antropólogo o educador.
     Esperen las próximas reflexiones de un docente venezolano…

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