miércoles, 8 de agosto de 2012


Ideas para una mejor acción social de la educación formal

Profesor Rosmel del Valle Orfila Vilera


     Después de tantos años dedicado a la docencia en todos los niveles del sistema educativo formal, estoy plenamente convencido de la necesidad de contrarrestar situaciones no deseadas dentro del recinto escolar. Me refiero especialmente a comportamientos violentos, que se traducen en toda una gama de dimensiones visibles a la simple vista del observador. Dentro y fuera de las aulas las evidencias del desorden, de las palabras groseras, de las peleas, permiten inferir que la acción de los docentes es muy poca, casi insignificante. Esto refleja entonces, que el maestro perdió el status y rol preferencial dentro el complejo escenario de la educación, pues ya no un ser que es imitado por sus propios discípulos. ¿qué pueden, o deben, asimilar los estudiantes de sus maestros? Tal vez los maestros no actúan según la misión docente, sembrándose la duda, al entender que los comportamientos no ideales de los estudiantes es una proyección de la manera en que los docentes actúan. Por supuesto que a la compleja problemática escolar que vivimos hoy, hay que sumar la coexistencia de múltiples factores endógenos y exógenos que gravitan y dan fisionomía a la misma: la mayoría de la programación televisiva consustanciada de violencia y pornografía, la Internet y sus miles de páginas no aptas para menores de edad, núcleos familiares disfuncionales, maestros incompetentes y personal directivo poco comprometidos por velar de que los maestros tengan un efectivo y eficiente desempeño, padres y madres que "depositan" a sus propios hijos en las escuelas sin tener la motivación de acercarse a los maestros para averiguar sobre el rendimiento académico y comportamiento, la masificación escolar en las aulas,éstos entre los más recurrentes. Estos escenarios son los indicadores de la compleja problemática por la que atraviesa nuestra educación, y los mismos han sido campo de estudios en los postgrados de todas las disciplinas científicas: educación, psicología, sociología, medicina, entre otros, y de ellos se han generados tremendos trabajos para obtener la titulación de especialistas, magisri y doctores. Entonces, también nuestras universidades han fracasado, pues dichos productos de quedan almacenados en los repositorios sin ponerlos en práctica por cada quien que se desempeña en las escuelas. 
     En estos últimos años de docencia, ya en las aulas universitarias, he  dirigir mi acción docente a los apretados contenidos programáticos de las asignaturas de ciencias sociales aplicadas a la salud, pero lo más decisivo es que he intentado con un tímido éxito (teniendo en consideración que los cambios de actitud en los estudiantes son lentos, pero seguro) inculcar ideas, pensamientos, argumentos, que giran en torno al "ser", a la valía de los rasgos humanos que definen una cultura ideal de respeto, igualdad, de que estudiar si vale, y mucho. Espero confiado, que tenga algún efecto multiplicador en tantos estudiantes con los cuales he tenido un corto acercamiento dentro de los cánones de la escolaridad formal. 
     A continuación, un producto, para mí, vital:
      




 "Es necesario también que a los niños se les eduque en valores más asociados a la feminidad como la cooperación, la ternura y el amor, porque “si seguimos educando a las nuevas generaciones en el enfrentamiento y la competitividad vamos al desastre, hacia la destrucción del planeta”"Hay que dejar atrás la idea darwiniana de que la vida es lucha y de que solo sobreviven los mejores. En la sociedad actual la fuerza bruta ya no tiene el valor que tenía en las sociedades primitivas. Ser el más fuerte e imponerse ante los demás ya no tiene sentido” subrayó Amparo Tomé, profesora de Sociología de la la Educación de la UAB, planteó en otra de las charlas, la importancia de detectar espacios de violencia en la escuela y ofrecer herramientas a los alumnos para que sean capaces de actuar para impedir que estas situaciones se reproduzcan. “Debemos caminar hacia espacios comunes donde la violencia sea inadmisible”.
Tomé explicó la historia de un maestro que en un país africano pidió a un grupo de niños que corrieran hacia un determinado punto. “ A quien llegue antes le daré este cesto lleno de frutas”, les dijo. Para sorpresa del profesor, los alumnos optaron por correr todos juntos cogidos de la mano y repartirse el cesto de frutas. Cuando el maestro les preguntó por qué lo habían hecho así contestaron que “no merecía la pena que uno fuera feliz mientras los demás eran infelices”.
“Hagamos que los niños se agarren de la mano y no les enseñemos a competir, no merece la pena”, invitó la ponente. “Es importante que los alumnos aprendan desde muy pronto lo que significa vivir bien: saber escuchar, observar, estar en silencio, respetar los silencios, saber mirar para ver, saber escucharnos, saber dar la mano, saber ver la tristeza en los ojos de otra persona, saber dar una caricia y recibir una caricia. Una vez que los niños aprendan a ser empáticos, no podrán ser violentos”.